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La trampa de la comparación

de la serie ¡Mala Mía!


"La comparación es la ladrona de la alegría (o felicidad)."

— Theodore Roosevelt


Confesión rápida: soy adicto a compararme. (Tranquilo… ya estoy en recuperación. O eso creo.)


Me comparo con otros más exitosos, más carismáticos, más influyentes, más lo-que-sea. Y a veces, en un intento muy poco elegante de sentirme mejor conmigo mismo… me comparo con otros a quienes creo tener “más” que ellos.


Compararme me ha hecho sentir pequeño… y otras veces, inflado. Pero siempre, siempre… me ha robado algo.


Y sospecho que tú también sabes de qué hablo.


Todos caemos

Quizás tú no tuviste un “Diego Guevara” —como lo tuve yo en mi historia de básquet— pero seguro tienes a alguien en tu entorno que hace que, al verlo o pensar en él, sientas que no estás a la altura. Que vas tarde. Que no eres suficiente.


Y es que así opera esta trampa: te mete en una narrativa silenciosa donde tú eres el que pierde… y ni siquiera sabes cuándo empezó el juego.


Lo peor: muchas veces la persona con la que te estás comparando ni siquiera sabe que tú existes.


¿No es absurdo?


¿Cómo te das cuenta si ya estás atrapado?

La comparación no siempre se nota. A veces, simplemente sientes un bajón inexplicable después de ver cierto contenido en redes, tener cierta conversación o leer ciertos “logros” de alguien más. Es sutil, pero letal.


Aquí van algunas señales de que podrías estar cayendo en esta trampa más seguido de lo que crees:

  • ¿Te cuesta celebrar el éxito de alguien más sin sentirte disminuido?

  • ¿Te sientes “peor” después de entrar a redes sociales, aunque empezaste bien el día?

  • ¿Editas partes de tu historia porque comparada con la de otros, “no luce tan bien”?

  • ¿Presionas a tus hijos o a tu pareja… no por lo que son, sino por cómo se ven frente a los demás?


La comparación esconde su mecanismo

Como toda trampa, la comparación funciona así: te atrae con algo que parece legítimo (motivación, inspiración, aspiración)... y cuando menos lo esperas, te aprieta por dentro.


En mi caso, fue el deporte. En tu caso, tal vez es la maternidad, las finanzas, tu carrera, tu cuerpo o tu fe. Y sin darte cuenta, puedes terminar atrapado en un ciclo agotador de querer ser, tener o lograr lo que ves en otros.


Te adelanto algo: ese ciclo no se rompe solo.

Pero sí se puede romper.


Dos verdades incómodas

  1. Siempre habrá alguien mejor que tú en algo.Más guapo, más joven, más rico, más brillante, más viral, más lo-que-sea.

  2. Siempre habrá alguien que te vea a ti como el más avanzado.Y eso también puede ser una trampa: la trampa del orgullo disfrazado de autoestima.


En ambos casos, pierdes.

O pierdes la paz, o pierdes la humildad.


Lo que la comparación te roba (sin que te des cuenta)

No quiero hacer spoiler del capítulo completo, pero esto sí te lo puedo adelantar:

  • La comparación te hace desconfiar de ti mismo.

  • Te impide disfrutar lo que sí tienes.

  • Te desgasta emocionalmente.

  • Y a veces, te convierte en una versión que ni tú disfrutas ser.


No importa si la comparación es hacia arriba o hacia abajo… nadie gana cuando se vive comparando.


Una invitación: salir de la trampa

La buena noticia es que hay otro camino. Uno más sano, más humano y mucho más liberador.


Se llama contentamiento.

Pero no ese contentamiento tibio que huele a resignación.

No, hablo de un contentamiento valiente, profundo, que nace de aprender a sostenerte desde dentro.

De mirar menos hacia los lados y más hacia adentro.

De cambiar la comparación por crecimiento personal.


Te comparto más sobre cómo construir ese camino en el libro. Pero mientras tanto, aquí va una pregunta que puedes comenzar a hacerte:


¿Qué pasaría si dejaras de competir con los demás y empezaras a construir desde ti?


¿Te animas a mirar este tema de frente?

Si sentiste que este artículo te habló directo, entonces el capítulo completo te va a sacudir (en el buen sentido).


Compra el libro en Amazon:¡Mala Mía! El antídoto contra la cultura de comparación, perfeccionismo y apariencias.

Este es apenas un fragmento del segundo capítulo.


¿Quieres que hablemos de esto en tu empresa, comunidad o espacio de liderazgo?Puedo ayudarte a crear una cultura donde el desarrollo valga más que la apariencia.


Inicia un proceso de mentoring conmigo (1 a 1 o grupal).La comparación se rompe más fácil cuando estás acompañado. Y si quieres salir del ciclo, te puedo acompañar.



La trampa de la comparación no es obvia. Pero sí es destructiva.


No te acostumbres a vivir atrapado.

Porque hay un camino más auténtico, más libre… y más tuyo.


Y sí, vale la pena recorrerlo.


Nos vemos en el siguiente artículo.


—Ale



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©Ale Mendoza 2025

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