top of page

Mala mía: Atropellé a un abuelo en con mi carro nuevo.

Algunos errores no se olvidan porque te costaron caro. Otros no se olvidan porque pudieron haberte costado todo. Este… es uno de esos.


La historia sin maquillaje

Había comprado mi primer carro nuevo. Cero kilómetros. Un Hyundai brillante que todavía olía a promesa cumplida. Después de haber tenido carros de segunda —y tercera— que apenas sobrevivían a cada viaje, este auto era más que un transporte: era un logro, una celebración, un regalo de Dios.


Además, tenía un par de años de casado, y ese carro representaba un paso adelante para Eliana y para mí. Una señal de que las cosas estaban avanzando. Que nuestro esfuerzo estaba dando fruto.


Ese día, Eli y yo habíamos pasado la jornada juntos en la oficina. Al final de la tarde, le pedí a mi amigo Ángel que me acompañara a resolver un pendiente. Salimos a manejar por una zona residencial conocida de la ciudad: Las Mercedes. Eran más o menos las 6:30 pm. Esa hora exacta en que el día ya no es de día… pero tampoco ha caído la noche del todo. La luz es tenue. Engañosa.


Íbamos charlando, tranquilos. El carro respondía perfecto. La emoción seguía viva.Hasta que, de repente, un abuelito apareció frente a nosotros. Literalmente, apareció.


No hubo tiempo de frenar. Lo vi una fracción de segundo antes del impacto. Le pegué con la parte delantera del carro y lo vi volar. Volar. El cuerpo del señor recorrió al menos 4 metros antes de caer.


Todo se volvió caos.

La gente de alrededor comenzó a gritar. Algunos corrieron hacia el señor, otros hacia mí. El tono no era de auxilio… era de furia. Hubo quienes querían lincharme.Mi corazón se paralizó. No por miedo a ellos, sino por lo que había hecho.

¿Estaba vivo? ¿Estaba consciente? ¿Qué acababa de pasar?


Llamamos a emergencias. Llamé a Eli. Lloré. Temblé.


Horas después, en el hospital, supimos lo increíble: el señor solo tenía una fractura en el dedo meñique. Nada más. Ni una costilla rota. Ni conmoción. Ni hospitalización prolongada. Milagro es poco.


El punto de quiebre

Ese día entendí que no importa cuán emocionado estés, cuán bien te esté yendo o cuán bendecido te sientas… la vida te puede cambiar en un segundo.


Yo no estaba ebrio, no estaba distraído con el teléfono, no iba a exceso de velocidad. Estaba manejando tranquilo… pero sin estar completamente presente.

  • Confiado en la ruta.

  • Confiado en mis reflejos.

  • Confiado en que todo estaba bien.


Y fue precisamente ese “todo está bien” el que me desconectó de lo que podría no estarlo.


Lección aprendida

Desde ese día no volví a manejar igual (bueno, la mayoría de las veces). Pero aprendí que la celebración tiende a nublar la conciencia. Que cuando las cosas van bien, es cuando más alerta debes estar. No por paranoia, sino por responsabilidad. El éxito personal, los logros materiales, las buenas etapas… pueden convertirse en una trampa si te hacen bajar la guardia.


Aprendí también a no minimizar lo que no terminó mal. Sí, el señor se fracturó un dedo y no pasó a mayores. Pero pudo ser una tragedia.Y el hecho de que no lo haya sido no me hace menos responsable. Solo más agradecido.


Como líderes, muchas veces celebramos la gracia recibida… sin transformar esa gracia en madurez.


Ese día, el auto nuevo dejó de ser solo una victoria. Se convirtió en un recordatorio: cualquier cosa que celebras, también debes cuidarla.


La pregunta incómoda para ti

  • ¿Qué parte de tu vida estás manejando en piloto automático solo porque todo “parece estar bien”?

  • ¿Hay alguna etapa de éxito o comodidad que te ha hecho bajar la guardia?

  • ¿Estás presente en lo que haces… o solo avanzas por inercia?

  • ¿Qué advertencia estás ignorando simplemente porque aún no ha pasado nada grave?


Esta semana:

  • Haz una revisión consciente de las áreas de tu vida en las que estás más confiado de lo que deberías.

  • Antes de dar algo por sentado, agradece y pregúntate: ¿estoy cuidando esto como se merece?

  • Habla con tu equipo, tu familia o tus amigos sobre esta historia. ¿Dónde necesitamos subir el nivel de conciencia?

  • No esperes que algo grave ocurra para hacer cambios. Reacciona desde la sabiduría, no desde la urgencia.


A veces la mayor advertencia no es lo que pasó… 

sino lo que pudo haber pasado.


Recurso recomendado

Libro: “El poder de la hora” – Eckhart TolleUna invitación brutal a vivir despierto, a no vivir desde la mente dispersa, sino desde la presencia. Si alguna vez sentiste que estabas físicamente en un lugar pero mentalmente en otro… este libro es para ti.


¿Conoces a alguien que está viviendo una buena etapa… pero lo ves manejando con la guardia baja? ¿Alguien que necesita una advertencia suave antes de que llegue una lección dura? Compártele esta historia. Porque a veces, el error que no terminó en tragedia es la mejor oportunidad para cambiar de rumbo.


Preguntas para discusión grupal (equipos, líderes o mentoring)

  1. ¿Cuáles son las “zonas de confort” que hoy podrían estar generando puntos ciegos en nuestro liderazgo?

  2. ¿Estamos confundiendo resultados positivos con decisiones acertadas? ¿Cómo podemos diferenciar entre suerte, gracia y competencia real?

  3. ¿Hay algo que como equipo estamos manejando “en automático”? ¿Qué señales podríamos estar ignorando?

  4. ¿Cómo respondemos cuando algo casi sale mal? ¿Lo dejamos pasar… o lo convertimos en aprendizaje colectivo?

  5. ¿Qué áreas de nuestra cultura necesitan más atención, aunque no hayan generado crisis aún?


Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
  • LinkedIn
  • Twitter
  • Facebook
  • https://youtube.com/@alemendozamentor

©Ale Mendoza 2025

bottom of page