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Mala mía: Fundí el motor del carro… ¡y el carro no era mío!

No todos los errores son profesionales. Algunos te sacuden más cuando ocurren fuera del trabajo. Te desarman, te confrontan… y te enseñan. Este es uno de esos.


La historia sin maquillaje

Me habían invitado a comunicar en un evento importante en Maracaibo. Yo vivía en Barquisimeto, así que calculé: cuatro horas de ida, unas horas en el evento, y de regreso el mismo día.


El entusiasmo era total. Quería estar ahí, servir, aportar. El detalle es que no tenía carro en ese momento. Así que le pedí prestado el suyo a una amiga. Ella, confiando en mí sin titubear, me lo prestó sin poner condiciones.


Salimos a las 5 de la mañana. Iba acompañado de un amigo. Todo iba en orden… durante 45 minutos.


Después, el carro empezó a hacer ruidos extraños. Perdía fuerza. El tablero se encendió como árbol de Navidad. Y antes de que pudiéramos reaccionar… se apagó por completo.


No estábamos cerca ni del punto de partida ni del destino. Estábamos varados. En una autopista solitaria. Con un carro que no era mío… y un motor que, descubrimos poco después, habíamos fundido.


La noticia fue clara: el carro necesitaba una reparación mayor, incluyendo la sustitución completa del motor.


La llamada a mi amiga fue una de las más difíciles de mi vida. La vergüenza me reventaba el estómago.


No solo no llegué al evento. No solo arruiné el día de mi amigo. Arruiné el carro de alguien que había confiado en mí.


Mi punto de quiebre

No fue solo el daño mecánico. Fue el daño relacional. Porque detrás del motor fundido había algo más delicado: una confianza que no supe honrar.


Y aunque pagué —económicamente— por la reparación del vehículo, lo que más me dolió fue entender que actué con imprudencia. Tenía buenas intenciones, sí. Pero las buenas intenciones no son suficientes cuando estás tomando decisiones con recursos que no son tuyos.


Ese día vi con claridad algo que me persigue hasta hoy: hay una gran diferencia entre querer hacer algo bien… y estar verdaderamente listo para hacerlo.


La lección aprendida

Liderar también es cuidar lo ajeno. Es asumir que cada vez que alguien te da su confianza —ya sea un carro, un proyecto, un equipo o un sueño— estás manejando algo sagrado. Y lo mínimo que puedes hacer es tratarlo como si fuera tuyo… o incluso mejor.


Ese día me di cuenta de tres cosas que jamás quiero olvidar:

1. La confianza no sustituye la preparación.

Decir "sí" no es suficiente. Hay que evaluar si estás preparado, si has preguntado lo necesario, si has tomado las precauciones debidas. Yo ni siquiera revisé el nivel de aceite antes de salir.


2. No puedes arriesgar lo que no estás dispuesto a reparar.

Tomar decisiones con lo ajeno exige una doble dosis de responsabilidad. No basta con tener fe. Hace falta previsión, respeto y claridad.


3. La imprudencia puede arruinar relaciones que costaron años construir.

Aunque mi amiga reaccionó con gracia, la relación se tensó. Me perdonó, sí, pero la dinámica ya no fue igual por un buen tiempo.


Ese día dejé de creer que las buenas intenciones me autorizaban a tomar decisiones importantes sin detenerme a pensar.


La pregunta incómoda para ti

  • ¿Qué estás manejando hoy que no es tuyo, y no estás cuidando como deberías?

  • ¿Has confundido entusiasmo con madurez?

  • ¿Estás comprometiendo la confianza de alguien más sin darte cuenta?

  • ¿Qué recursos —materiales, humanos o emocionales— estás usando sin haber hecho el trabajo previo de preparación y responsabilidad?


Esta semana, toma acción en alguna de estas áreas:

  • Haz una revisión honesta de los compromisos que has asumido. ¿Cuáles tomaste por impulso o sin preparación?

  • Agradece a alguien que ha confiado en ti recientemente. Y asegúrate de estar cuidando bien ese regalo.

  • Antes de decir "sí" a algo nuevo, pregúntate:

    1. ¿Estoy realmente preparado?

    2. ¿He considerado todos los riesgos?

    3. ¿Estoy dispuesto a responder por las consecuencias?


Y si ya estás en medio del camino… nunca es tarde para hacer una parada, revisar el aceite, y volver a pensar.


La confianza no se regala. Se gana.


Recurso recomendado

Libro: “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” – Stephen CoveyRevisa el hábito #1: Ser proactivo. No se trata solo de actuar, sino de hacerlo con responsabilidad, previsión y propósito. Ideal para líderes que tienden a moverse rápido… pero a veces sin freno.


¿Conoces a alguien que está liderando sin revisar el motor? ¿Alguien a quien le han confiado mucho… y no está dimensionando el peso de esa confianza? Comparte este artículo. Porque a veces, lo que más enseña no es llegar al destino… sino quedarse varado y aprender la lección.


Preguntas para discusión grupal en equipos

Estas preguntas están pensadas para provocar una conversación honesta entre líderes, equipos de trabajo o grupos de mentoring:

  1. ¿Alguna vez tomaste una decisión apresurada que terminó afectando a otros? ¿Qué aprendiste de esa experiencia?

  2. ¿Cuándo fue la última vez que alguien confió en ti y no estuviste a la altura? ¿Lo hablaste con esa persona?

  3. ¿Qué prácticas tiene tu equipo para evaluar riesgos antes de tomar decisiones importantes? ¿Son suficientes?

  4. ¿Cómo diferenciamos en el equipo entre entusiasmo y preparación real? ¿Tenemos espacio para confrontarnos en esto?

  5. ¿Qué haríamos diferente si tratáramos cada recurso del equipo (tiempo, ideas, dinero, personas) como si no nos perteneciera?



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©Ale Mendoza 2025

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