Pequeñas victorias
- Alejandro Mendoza
- 13 jun
- 8 Min. de lectura
Lo que sostiene a las grandes culturas
Imagina esta escena: un técnico de mantenimiento logra reparar una falla crítica en una máquina sin interrumpir la producción de toda una planta. En otro lugar, una maestra sonríe al ver que, por primera vez, un alumno con dificultades muestra un genuino interés en la lectura. A kilómetros de distancia, una cajera, con una dosis extra de empatía, resuelve el problema de un cliente molesto, transformando su enfado en gratitud. Ninguno de estos logros aparecerá en un informe anual con números impactantes, ni será noticia en el periódico local, ni generará un comunicado de prensa. Pero para quien lo vivió, fue una victoria. Una pequeña victoria. Y según la ciencia, esas pequeñas victorias son mucho más importantes de lo que la mayoría de las organizaciones y personas imaginan.
El poder emocional de las pequeñas victorias: la ciencia detrás de lo cotidiano
En el corazón de la motivación y el compromiso laboral, Teresa Amabile y Steven Kramer desenterraron una verdad fundamental a través de su exhaustiva investigación: las "pequeñas victorias" diarias son uno de los factores más poderosos para mantener la motivación, el compromiso y el bienestar en el trabajo. Son esos momentos breves, a menudo fugaces, en los que sentimos que avanzamos, que algo funcionó, que logramos algo concreto y que nuestro esfuerzo rindió frutos. "Las pequeñas victorias tienen un efecto desproporcionado sobre la moral, especialmente si son reconocidas", explica Amabile. Este "efecto desproporcionado" no es magia; es una cadena de reacciones psicológicas y emocionales sumamente potente.
¿Por qué ocurre esto?
Porque estas microexperiencias positivas activan una cadena emocional virtuosa. Nos hacen sentir:
Competentes: Refuerzan nuestra creencia en nuestras propias habilidades y capacidades.
Útiles: Confirman que nuestro trabajo tiene un impacto y un propósito.
Conectados con un propósito: Nos recuerdan cómo nuestra labor, por pequeña que sea, contribuye a un objetivo mayor.
Estas sensaciones, repetidas una y otra vez, refuerzan nuestra identidad como personas capaces de lograr cosas. Y eso, acumulado en el tiempo y multiplicado por un equipo, no solo impulsa el rendimiento individual, sino que genera culturas organizacionales resilientes, proactivas y profundamente comprometidas.
¿Qué cuenta como una pequeña victoria? La perspectiva que lo cambia todo
Uno de los mayores errores es creer que una "victoria" debe ser algo monumental. Lejos de ello, una pequeña victoria es accesible para todos, en cualquier rol y en cualquier día. No tienen que ser logros extraordinarios, ni metas titánicas que requieran meses de esfuerzo. La clave reside en la percepción y el reconocimiento de esos avances. Una pequeña victoria puede ser tan sencilla como:
Terminar una tarea que venías posponiendo: esa sensación de quitarse un peso de encima, una cuenta pendiente que por fin se salda.
Resolver un pequeño conflicto con respeto y empatía: lograr que dos compañeros lleguen a un acuerdo o mediar en una situación tensa de forma constructiva.
Recibir una palabra de aliento sincera de tu supervisor o colega: un "buen trabajo" o un "gracias por tu ayuda" en el momento justo.
Superar un miedo personal relacionado con el trabajo: hacer esa llamada difícil, presentar una idea en público por primera vez o enfrentar una tarea desafiante.
Lograr que un cliente sonría genuinamente: haber resuelto su problema no solo de manera eficaz, sino también con un trato humano que dejó una impresión positiva.
En contextos industriales, puede ser encontrar una pequeña mejora en un proceso que evita un desperdicio mínimo pero recurrente. En el sector de la salud, lograr que un paciente que se resistía coopere con un tratamiento vital. En educación, conseguir que un estudiante entienda finalmente un concepto complejo que lo tenía estancado. En logística, entregar todo a tiempo pese a los imprevistos de última hora. Todo cuenta, si te hace sentir que tu esfuerzo valió la pena y que avanzaste.
La belleza de las pequeñas victorias es su ubicuidad; están en cada esquina del día laboral, esperando ser notadas y celebradas.
Por qué las pequeñas victorias suelen pasar desapercibidas: un sesgo cultural
A pesar de su inmenso poder, las pequeñas victorias suelen ser las grandes olvidadas. Vivimos en una cultura organizacional que, de manera casi inherente, celebra lo espectacular, lo macro, los grandes hitos y los resultados finales, mientras pasa por alto lo cotidiano, lo invisible y lo constante. Lo que se reconoce son los premios a "empleado del año", los ascensos a posiciones directivas, los récords de ventas superados o las metas trimestrales alcanzadas. Pero rara vez existen sistemas o culturas que detecten y celebren el esfuerzo invisible, constante y silencioso que ocurre día a día para que esos grandes logros sean posibles.
Muchos líderes caen en la trampa del "sesgo de negatividad": la tendencia a "no decir nada mientras las cosas salgan bien" y solo intervenir (y con frecuencia, criticar) cuando algo falla. Este sesgo daña profundamente la percepción emocional del trabajo. Lo que se repite sin reconocimiento se convierte en una rutina vacía, un deber sin alegría, desprovisto de significado. Y cuando lo que funciona se da por sentado, se desincentiva el esfuerzo adicional y la iniciativa.
Ejemplos del impacto de las pequeñas victorias en culturas organizacionales reales
Cuando las organizaciones y los individuos aprenden a ver y celebrar las pequeñas victorias, la transformación es notable:
Caso 1: hospital pediátrico en Medellín
Un hospital pediátrico, un entorno de por sí exigente y emocionalmente agotador, implementó una sencilla pero poderosa idea: una pizarra de "buenas noticias del día" en un área común. Allí, médicos, enfermeros, personal administrativo y de limpieza compartían logros pequeños, como "logré que juanito comiera su medicina", "un padre me agradeció emocionado", o "conseguí el historial médico que faltaba rápidamente". Esto no solo fortaleció la cohesión del equipo y generó empatía, sino que, de manera impactante, redujo el agotamiento emocional (burnout) en un 23% tras seis meses de implementación.
Caso 2: fábrica de autopartes en Querétaro
En una fábrica de autopartes, la moral de los operarios estaba baja a pesar de la productividad. Se introdujo un simple cambio en las reuniones matutinas de turno: cada líder debía mencionar una victoria del día anterior de algún miembro de su equipo. Era una mención breve, pero específica. El clima laboral mejoró visiblemente, y, como efecto secundario positivo, la productividad también experimentó un repunte: un aumento del 18% en el cumplimiento de metas mensuales. El reconocimiento de las pequeñas victorias impulsó la eficiencia.
Caso 3: equipo remoto de ventas en Latinoamérica
Un equipo de ventas que trabajaba de forma remota en diferentes países de Latinoamérica luchaba con la sensación de aislamiento y la falta de camaradería. Decidieron adoptar un canal interno de Slack exclusivo para compartir “pequeñas victorias”. Desde una llamada difícil que finalmente se logró, hasta un correo de un cliente satisfecho, o la resolución de un problema técnico en tiempo récord. Esto generó un reconocimiento constante entre pares y, crucialmente, sirvió como una poderosa fuente de motivación y aprendizaje para los nuevos integrantes, quienes veían el progreso de sus compañeros.
Estos casos demuestran que el reconocimiento de las pequeñas victorias no es una "idea tierna", sino una estrategia de gestión potente con impactos reales en el rendimiento y el bienestar.
Cómo cultivar una cultura de pequeñas victorias: tu contribución es clave
Cultivar una cultura donde las pequeñas victorias se valoren es una responsabilidad compartida. Ya seas líder, colega o trabajes de forma individual, tú tienes el poder de iniciar y mantener esta práctica.
Crea rituales de visibilidad (y participa en ellos)
Las pequeñas victorias son invisibles a menos que las hagas visibles. Implementa (o únete a) rituales sencillos que permitan compartir estos logros cotidianos:
tableros físicos o digitales de "victorias de la semana".
rondas rápidas de "mi pequeña victoria" en reuniones de inicio o cierre.
canales digitales (Slack, Teams) donde se anime a compartir estos éxitos.
Celebra el esfuerzo, no solo el resultado
A veces, el avance más grande ocurre internamente: superar la resistencia, persistir ante la frustración, aprender de un error. Reconoce la tenacidad, la resiliencia, la iniciativa y el proceso, no solo la meta final. Tu reconocimiento del esfuerzo de otros valida su arduo trabajo, incluso si el resultado aún no es perfecto. Y reconoce tu propio esfuerzo; es tan válido como el logro final.
Invita al reconocimiento cruzado
El reconocimiento no debe fluir solo de arriba hacia abajo. Fomenta y participa en el reconocimiento entre pares. Crea un ambiente donde los compañeros se feliciten mutuamente por sus pequeñas victorias. Un "¡buen trabajo en eso, juan!" de un colega tiene un impacto emocional enorme.
Usa el lenguaje para dar peso a lo cotidiano
Sé consciente de tus palabras. Evita frases que minimicen el esfuerzo, como “solo era parte de tu trabajo” o “no fue para tanto”. En su lugar, usa un lenguaje que eleve y valore: “eso fue importante”, “tu esfuerzo marcó la diferencia”, “me inspiró cómo manejaste eso”. Tus palabras tienen el poder de transformar una tarea mundana en una victoria significativa.
Conecta las pequeñas victorias con el propósito
Ayuda a ti mismo y a tu equipo a ver cómo esos logros diarios, por pequeños que parezcan, se alinean con el impacto mayor del trabajo y la misión de la organización. Un "este informe que terminaste ayuda a nuestro equipo de ventas a servir mejor al cliente x" le da un significado tangible a una tarea rutinaria.
Preguntas de reflexión y acciones para impulsar el cambio
La clave está en la acción consciente. Aquí te dejo algunas preguntas para la reflexión y pasos concretos que puedes implementar hoy mismo:
Preguntas de reflexión personal
¿Cuál fue mi pequeña victoria esta semana, por insignificante que parezca?
¿Estoy reconociendo mis propios avances o, por el contrario, los estoy minimizando y pasando por alto?
Preguntas para discusión grupal (o para compartir con un mentor o colega)
¿Qué entendemos como "pequeñas victorias" en nuestro equipo?
¿Hay alguna que estemos olvidando celebrar?
¿Qué podemos hacer, juntos y de forma individual, para visibilizar y celebrar mejor estos logros cotidianos en nuestro entorno de trabajo?
Acciones prácticas para aplicar desde hoy
Comienza tu próxima reunión de equipo (o tu día de trabajo individual) preguntando: “¿cuál fue una pequeña victoria desde la última vez que nos vimos/desde ayer?”.
Lleva un registro semanal personal de tus pequeñas victorias. Anótalas en una libreta o en tu gestor de tareas. Volver a leerlas te dará un impulso.
Elige un compañero por semana para reconocerle algo específico que valores de su trabajo diario. Hazlo personal y sincero.
Lecturas recomendadas para profundizar
Si el poder de las pequeñas victorias te ha cautivado, te animo a explorar estas obras que profundizan en la psicología del progreso y la motivación:
The Progress Principle – Teresa Amabile & Steven Kramer: la obra maestra que define este concepto.
Atomic Habits – James Clear: aunque no es sobre trabajo per se, sus principios sobre la acumulación de pequeñas mejoras y la identidad refuerzan el valor de las pequeñas victorias.
Artículo: The Power of Small Wins – Harvard Business Review: un artículo clásico y conciso que resume la investigación clave.
Estadísticas clave: la confirmación del impacto
Los datos no mienten, y las investigaciones respaldan el poder de lo pequeño:
Según el estudio de Amabile y Kramer, los días donde los trabajadores registraron al menos una pequeña victoria fueron 2.5 veces más propensos a reportar emociones positivas. Esto demuestra una correlación directa y poderosa. Una investigación de TinyPulse (2023) mostró que los empleados que reciben reconocimiento semanal tienen un 33% más de probabilidad de sentirse energizados y comprometidos. Este dato subraya que la frecuencia del reconocimiento, incluso por lo pequeño, es vital.
En resumen: el sostén de la cultura reside en ti
No necesitas una gran promoción para sentir que estás creciendo. No necesitas un premio gigantesco para saber que estás avanzando y que tu trabajo importa. Basta con notar y celebrar que hoy lograste algo que ayer no habías logrado, o que tu esfuerzo hizo una diferencia, por mínima que fuera. Las pequeñas victorias son los ladrillos invisibles sobre los que se construye la cultura, la confianza y la identidad de un equipo. Son el combustible silencioso que impulsa la moral diaria. Si las reconocemos, las hacemos tangibles. Y si las hacemos tangibles, las repetimos. Y si las repetimos, lo extraordinario se vuelve parte de lo cotidiano. ¿Qué pequeña victoria vas a buscar, celebrar y reconocer hoy, en ti o en alguien más?



Comentarios